
Las cochiguarras (pulgones lanudos, cochinillas, algodonosas, mealy bugs (inglés), Wollläuse (alemán) ) son una familia (Pseudoccidae) de pulgones, a veces con caparazón, a veces sin caparazón pero siempre con una capa cerosa y filamentos cerosos abdominales que sirven para la identificación de las especies (sólo las hembras).
La foto de entrada posiblemente sea Pseudococcus longispinus.
Hay más de mil especies repartidas por todo el mundo.
Bajo condiciones favorables producen hasta ocho generaciones en un año. Hembras y machos por lo general no se parecen. Los machos son más pequeños, muchas veces alados. De adultos no se alimentan y no suelen permanecer en la planta huésped. Las hembras en cambio sí succionan durante toda su vida, son móviles aunque lentas y ponen huevos que eclosionan casi instantáneamente. Pueden habitar en cualquier parte de la planta, incluso bajo tierra sobre las raíces.

Succionan grandes cantidades de savia, debilitando a la planta huésped. Al perforar la cutícula y la epidermis, causan heridas, que en hojas y tallos jóvenes, como en varas y pimpollos pueden provocar cicatrices y malformaciones.
Además pueden ser portadoras de virus.

En las orquídeas suelen esconderse en las comisuras y pliegues de las hojas, agrupadas en los nervios o quillas centrales de las hojas, debajo de brácteas y vainas, formando filas en el borde inferior de las hojas. Igual están en las varas como en los pimpollos e incluso en los pétalos de las flores.




Como se ve en las fotos, muchas veces estas cochiguarras están en lo más tierno del nuevo brote, entre las hojas aun por formarse. Intentar sacarlas a la fuerza haría más daño que el mismo animal, así que si no logramos sacar/aplastar la algodonosa al primer intento, la dejaremos y confiaremos en la solución de jabón potásico. Vigilaremos, por si sale el bicho, o simplemente repetiremos la acción. Una vez que pierde su capa de cera protectora, podremos limpiar el cogollo con un chorro de agua del pulverizador.

Hay muchos pesticidas químicos para erradicar o controlar plagas como la cochinilla algodonosa. Además hay alternativas ecológicas que son menos dañinas para el medio ambiente. Si cultivamos parcialmente al aire libre, tenemos que tener presente que las plantas durante ese tiempo están expuestas a infestaciones. Esto es así tanto si usamos pesticidas sistémicos o productos ecológicos. Por lo tanto, siempre tendremos que actuar y repetir tratamientos sí o sí, usar un producto altamente tóxico no evitará el contagio.
Los productos ecológicos tienen la ventaja de ser inocuos para mascotas y humanos. Aun así hay que tomar precauciones, como con cualquier otro pesticida. No los usaremos a pleno sol, ni en días de máximo calor o sequía. Si ignoramos la tolerancia que tiene la planta al tratamiento – a la sustancia activa – haremos una prueba con una planta, antes de tratar a todas las plantas afectadas.
Los utensilios que yo suelo usar para combatir las cochiguarras son:
– jabón potásico disuelto en agua (media cuchara de café en 100ml de agua)
– alcohol de farmacia
– agua oxigenada
– pulverizador
– pincel
– palos de brochetas
– palillos de dientes

Tanto el alcohol, como el agua oxigenada se añaden en pequeñas cantidades. Muchas veces prescindo de ellos, sobre todo, si no hay que tratar muchas plantas y si la infestación es reducida. Mojando bien las partes afectadas con un pulverizador y/o con un pincel empapado de jabón potásico, ya se elimina la mayor parte de las indeseadas mecánicamente. El jabón disuelve la cera que protege a estos animales, de forma que muchas de ellas morirán más adelante. El jabón es un buen mojante en si, o sea que llega a los rincones más pequeños, pero siempre puede escapar alguna cochiguarra. Por eso es aconsejable repetir el tratamiento varias veces.
He tenido muy buenos resultado de tolerancia en todas las plantas de hojas gruesas; también hay cierta tolerancia en pimpollos y flores. Aunque es preferible no tocar las flores, cuando no queda otro remedio, luego es importante ‘enjuagar’ las varas tratadas con agua limpia y eliminar los restos del jabón.

El jabón también actúa sobre la cutícula de las plantas – que no es otra cosa que un revestimiento protector ceroso – y consiguientemente aumenta la transpiración. Por eso plantas de hojas finas – Calanthe, Lycaste, etc. – pueden resentirse más, y por eso evitaremos en lo posible hacer coincidir el tratamiento con un día de máxima insolación y sequía ambiental.
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