
Sorpresa

Montada en su ‘lazy-susan’ – aun me toca mirar si encuentro algún nombre en castellano que se corresponda con ‘lazy-susan’ – está bajo techo y recibe una franja corta de sol por las mañanas. Expuesta al constante viento, se seca rápidamente.
Una vez que descubrí las varas y volví a ocuparme algo más de la planta y a regar con abundancia, las varas se dispararon y los pimpollos han ido creciendo visiblemente. Ya han engordado en la primera vara – veintiocho pimpollos en total – y pronto abrirán. Esta foto fue hecha el 15 de mayo.
Y ya abren – la foto es del 18 de mayo – como es común en este híbrido, empezando en medio, en el primer tercio de la vara. De ahí seguirán abriendo tanto hacía abajo como hacía el ápice de la vara, donde los pimpollos son menores aún.
Con menos flores en la vara que el año pasado, la floración es igual de vistosa. Parece que cada flor fuera mayor. Miden hasta 63 x 64mm; las flores hacía el ápice efectivamente son un poco menores.
continuará, pronto …
soon more entries, sure …
wird bald erweitert …
Se aceptan tres propuestas más,
porqué echarse a la calle un día 1 de mayo. ¡Contácta!
Tell me other three good reasons
to take to the streets today! Make a comment!
Noch weitere drei gute Gründe gesucht, den 1. Mai
auf der Straße zu verbringen. Los, schreib!
Durante casi un siglo, las plantas del género Phalaenopsis no se consideraban aptas para ser cultivadas en casa. Según los libros, estaban limitadas a quien tuviera un invernadero y el dinero necesario para la calefacción en los largos inviernos nórdicos. No es de extrañar por lo tanto, que las Phalaenopsis contribuyeran en gran medida al mito de flor cara, rara y exquisita que rodeó en su día a todas las orquídeas: plantas para los ricos.
Mucho ha cambiado el panorama desde mediados del siglo pasado.
Una razón para este cambio lo encontramos en el llamado efecto ‘vigor híbrido’. Después de solventar los problemas a la hora de polinizar, sembrar y criar híbridos de orquídea, se constató que muchos híbridos presentaban un vigor a la hora de crecer y florecer que no tenían sus ancestros.
Una vez salvado este escollo – pocas orquídeas se adaptan mejor a una ventana del salón o de la cocina que un híbrido de Phalaenopsis – quedaba el reto de la restringida gama de colores. Blancos, sí, grandes, redondos y con varas de muchas flores. Rosados también: un poco menores, redondos y en gran cantidad … Rojos: ya resulta más difícil; gracias a cruces con Doritis, por un lado y pulchra por otro se están consiguiendo Phalaenopsis rojas.
Mucho más difícil ha resultado el amarillo. Todas las especies con tonalidades amarillas (o verdosas) de Phalaenopsis resultan en flores pequeñas y estrelladas. Muchas generaciones más tarde, se están consiguiendo las primeras flores netamente amarillas, redondas y planas. (Ahora está por llegar el naranja: calculo unos cinco a diez años más para llegar a tener flores grandes, redondas y naranjas.)
La planta que abre esta entrada la compré en flor hace tres años. Como es costumbre venía sin nombre. Es, a primera vista, un híbrido complejo. Aunque todos los ancestros son del género Phalaenopsis, este tiene distintas subdivisiones de plantas similares entre si pero claramente distintas a las que van agrupadas en otra subdivisión.
Quién quiera adentrarse en la clasificación de las Phalaenopsis, lo encontrará al detalle el las páginas de bernard.lagrelle .
Participa obviamente una Phalaenopsis de grandes flores redondas. Otra que tiene que estar entre los ancestros es alguna de vara ramificada y de flores sin los típicos apéndices filamentosos. Y otra tiene que haber dado el color amarillento de base. Salvo alguna mancha tenue en el labelo, apenas hay pigmentos rojos o morados.
Como siempre suelo hacer con las plantas no identificadas, he buscado dar con el cultivar en internet: las plantas que se encuentran de venta en las grandes superficies y en los viveros de reventa suelen aparecer el los catálogos de los grandes productores neerlandeses o taiwaneses de ese año. Para la gran mayoría de plantas ‘del montón’ que se encuentran a la venta, este procedimiento es inútil dada la gran cantidad de cruces nuevos que salen al mercado cada temporada; pero con unas flores tan marcadamente únicas – vara congestionada, flor de tamaño medio, amarilla tirando a verdosa, labelo grande, amarillo sin filamentos – con una combinación tan reconocible, probé suerte y parece que hay una candidata: Phalaenopsis Taida Smile.
Es esquivo el color amarillo. No sólo en el género Phalaenopsis, también en Cattleya y Lycaste, para citar dos ejemplos famosos. El cruce entre especies de flor rosada con otros de flor amarilla suele dar una progenie blanca. No es hasta la segunda generación que vuelve a aparecer el color amarillo, muchas veces asociado a otras características que no son apreciados en cruces: flores menores, estrelladas, manchas irregulares y un color amarillo de fondo que depende de la luz que recibe la planta. En el caso de esta planta en concreto, cultivada con más frío nocturno y menos luz, la última floración en 2016 produjo flores netamente más amarillas – algunos dirían que el color es verde manzana:
Suponiendo que realmente esta planta sea el cruce ‘Taida Smile’ tenemos la opción de buscar el registro del cruce ya por la RHS o por BlueNanta. Pero ¡ojo!: aquí, suponer es mucho suponer; nunca sabré con certeza cual es mi planta: una breve mirada al catálogo de este productor taiwanés revela el porqué.
Taida Smile fue registrada en 1996. Entre sus ancestros hay que nombrar a –
– Phal. aphrodite (blanca, grande, apéndices)
– Phal amabilis (blanca, grande, apéndices)
– Phal. stuartiana (crema, con manchas en los sépalos inferiores, mediana)
– Phal. venosa (verdosa con manchas marrón, pequeña, estrellada, labelo sin apéndices, carnosa)
– Phal equestris (rosada, pequeña, estrellada, labelo sin apéndices)
¡Ah! Os preguntáis por el título … Bueno, es fácil.
Según los defensores del burka, este protege a las mujeres que lo llevan de las miradas de los hombres. Hombres pobres e indefensos ante su condición, que de ver a una mujer libre mostrando colores, formas y gestos, no sabrían como contener su violencia hacía tanta libertad provocadora.
(Nunca se plantean tapar bajo un burka a los agresores, para que dejen de ver lo que supuestamente provoca su incontrolable violencia de macho. Sería como más lógico.)
Por eso, para que las mujeres no inciten a la violencia, mejor van escondidas bajo un burka. Así, los hombres campan a sus anchas, siguen igual de violentos entre ellos, pero las mujeres están a salvo … hasta que llegan a casa.
¿No lo pilláis?
El lazo amarillo fue elegido como símbolo visible para exigir la libertad de los presos políticos. Es la libre expresión de aquellos que lo quieren llevar; para decir abiertamente que
– hay, lamentablemente, a día de hoy en España, presos por sus convicciones políticas y,
– llevando un lazo amarillo o una prenda del mismo color, expresamos nuestra solidaridad con los presos políticos y exigimos su liberación, ya.
Pero el gobierno cree que reivindicar libertades gracias a un lazo, gracias a un color, puede provocar violencia. ¿A quién le pedimos cuentas – al violento agresor potencial que declarará haberse sentido ‘provocado’? ¿O a quién da la cara?
El gobierno ha decidido sin vacilar. Ha optado por el método burka. Prefiere prohibir la libre opción de vestir de amarillo o de mostrar un lazo. Así, una vez más, es la potencial víctima la que ha de esconderse, para no ser culpable de provocar la violenta e incontrolable reacción del agresor. Es el mundo al revés.
Como decían antes, ‘si vas por allí, y te pasa algo, la culpa es tuya’.
Quien quiera volver a llevar burka, que vaya.
(Y quien quiera, puede leer más en eldiario.es . Y en casi toda la prensa libre, igualmente. Aunque ahí, de orquídeas, encontrará más bien poco.)
Ε
Un invierno muy seco y caluroso, con unas primeras lluvias tempranas seguidas de sequía. Bastante frío al final de un invierno que no presagiaba cosa buena. Luego aparecieron las lluvias, regulares, suaves y tanto del sur como del norte: las Orchis canariensis, truncadas al principio en su crecimiento, recuperaron sus floraciones en suspenso, incluso han brotado en lugares que antes habían estados secos y ahora mismo están con una floración espectacular, abundante y vistosa. Eso sí – un mes más tarde que el año pasado.
Paso a mostrar detalles de las flores:
Ω
Es pura coincidencia que la floración de esta Berenice haya coincidido plenamente con el juicio a Lula da Silva y su actual encarcelación. En cambio no es ninguna coincidencia, si no la más completa intención de haber nombrado en su día este clon de Paphiopedilum Berenice en honor al primer presidente del Brasil del PT, Luiz Inácio Lula da Silva.
Muita força pra você, presidente.
Lula livre, já.
Λ
Hace justo un año desde la última entrada de Coilostylis parkinsoniana en este blog. Para entonces la planta había cubierto por completo un cesto vertical, que al principio parecía grande. Ahora mismo, el cesto está rompiéndose; el peso de la planta es enorme, y sigue produciendo nuevos tallos/pseudobulbos (apenas se distinguen) y nuevas hojas sin parar. Los brotes activos son más de diez o quince ya – he perdido la cuenta – y las nuevas hojas cada vez son más largas y más carnosas.
En el centro de cada hoja, una pequeña vaina es el origen de los pimpollos. Ya desde hace un año crecen un poco, pero nunca han llegado a florecer. Este año, después de un invierno que pasó muy desatendida, al lado de un Dendrobium speciosum igualmente olvidado e igualmente en flor ahora mismo, sin apenas riegos y sin controles de plagas, parece que sí va a producir flores.
Coilostylis parkinsoniana es una orquídea estrictamente péndula. Sus tallos – la parte del rizoma del que pueden nacer las raíces, y los pseudobulbos que llevan la única hoja – son prácticamente idénticos. En una Cattleya o una Laelia, el rizoma es claramente discernible como aquella parte del tallo que crece horizontalmente; mientras que el pseudobulbo es aquella parte que se tuerce y crece en vertical.
En ambos tres géneros – y en casi todas las orquídeas – los nodos son claramente visibles: es aquella parte del tallo de donde parten las hojas caducas, las que envainan el tallo y lo protegen al crecer. Al secarse y deshacerse estas hojas, queda visible la cicatriz anular que dejan tanto el el rizoma como en el pseudobulbo.
El crecimiento pendular y el parecido entre todas las partes menos las hojas hacen difícil distinguir donde empieza el pseudobulbo y donde acaba el rizoma. Las yemas no son útiles en la distinción ya que ¡en cada nodo hay una!
Contando desde la hoja (h) en la foto superior se pueden distinguir dos internodos en el pseudobulbo (pb1 y pb2) y dos internodos en el rizoma (r1 y r2). El rizoma tiene hasta dos internodos más: cada hoja seca equivale a un nodo; pero como los nodos basales vienen muy seguidos y por tanto los internodos son muy cortos, no los he contado en esta foto.
En mi planta, todos los internodos visibles tienen un tamaño entre 22 y 28 mm; las hojas que ahora portan inflorescencias superan los 400mm de largo por 50mm de ancho.
Las hojas secas (las vainas) aumentan de tamaño de las pequeñas basales a la apical: la última, la que parte del nodo central del pseudobulbo y envaina tanto a este como a la inflorescencia naciente llega a medir 200mm de largo.
Dos inflorescencias: una a la izquierda a la vista con una vaina seca levantada (se ve una bráctea en la base del ovario) y la otra a la derecha aun tapada por la vaina seca. Botánicamente hablando, todas la vainas, espatas y brácteas que podemos distinguir en las laeliáceas son hojas más o menos modificadas: las basales son las hojas caducas (que envainan el pseudobulbo y el rizoma y que no suelen formar ni peciolo ni limbo), luego vienen de una a varias hojas persistentes (sin peciolo) luego una o varias espatas, que son hojas con el borde del limbo ‘pegado’ formando un estuche en el cual crece la inflorescencia, que a su vez, en cada nudo lleva una hoja, por lo general pequeña, que se llaman brácteas.
No todos los pimpollos salen adelante. O no le ha gustado el cambio de ubicación, o necesita más humedad o más/menos luz – aun me falta experiencia con esta planta. Pero – si no la parto y los pimpollos son extremadamente quebradizos – habrá una primera flor este año.
Hasta la fecha no le he encontrado muchas plagas a Coilosytlis. Alguna lapa, y nada más. Parece ser una planta bastante resiliente bajo las condiciones que tengo. Ya veremos cómo se desarrolla en el futuro. Una cosa ya está a la vista: el próximo recipiente tendrá que ser mucho más duradero que una cesta de ramas. El peso de la planta es enorme.
También el único pimpollo que queda crece con rapidez y aunque los demás se han marchitado, en las vainas de las nuevas hojas ya se adivinan nuevos pimpollitos que quizás continúen la floración. Veremos. Cada día se alarga el tallo y el pimpollo se aparta más de la planta.
A los pocos días, el pimpollo comienza a abrir. Así, como está en la foto estaba por la mañana – a la tarde ya estaba abierta la flor. Mucho más colorida de lo que esperaba y un labelo que es sumamente vistoso.
Durante los primeros días la flor sigue creciendo y cambia su forma. Los pétalos, verdes, cerosos, luminosos al sol, se inclinan levemente hacía adelante; los sépalos color aceituna se han enrollado completamente formando tres ‘cannelloni‘, de forma parecida a algunas Laelia; además se doblan hacía atrás, dando a la flor un aspecto marcadamente tridimensional, con el lóbulo central del labelo – la trompa del elefante – mostrando hacía adelante.
A pesar de estos movimientos que le restan tamaño a la flor, esta primera – y, probablemente algo tocada flor ya que todos los demás pimpollos perecieron en el camino – tiene una altura de 130mm y un ancho de 98mm. Un olor fuerte, cítrico y ligeramente punzante se siente al acercarse a la flor. Algo más fuerte por la tarde/noche, nunca llega a ser molesto.
Κ
No es la orquídea más grande. Ese premio seguramente correspondería a Grammatophyllum speciosum, con unos 10m de envergadura. O a alguna de las lianas entre las orquídeas y su más famosa especie, comercializada desde antiguo, comestible e imprescindible en repostería, Vanilla planifolia. Una liana que puede crecer decenas de metros a lo largo, sin ocupar mucho espacio. Y sin echar apenas flores, para desesperación de los aficionados que se atreven con ella fuera de climas tropicales. O quizás el premio a la más alta sería para una de las vistosas Renanthera, que pueden trepar árboles enteros para luego, en las copas, al sol, empezar a florecer.
Tampoco es la orquídea con las mayores flores – ni de lejos se acerca con sus humildes flores de 35 a 80mm de alto y ancho, si es que llegan a abrir del todo, que muchas veces no abren ‘bien’. Las mayores flores – casi siempre gracias a sus alargados espolones o sus apéndices en los pépalos – se encontrarán en el género Angraecum; también podría ganar Paphiopedilum sanderianum, cuyos pétalos siguen creciendo a lo largo de la floración hasta alcanzar más de 70 cm de largo, formando unos espectaculares tirabuzones. Sin ningún tipo de apéndices, una flor grande, vistosa y magnífica, merecedora del segundo puesto en esta categoría un tanto injusta de ‘la flor más grande’, sería para Cattleya warscewiczii.
Tampoco es la orquídea con los mayores pseudobulbos. Aunque ya nos vamos acercando. Los bulbos de estas plantas pueden llegar a medir casi un metro de largo hasta la primera hoja – y tener un grosor en su base comparable a una muñeca … bueno, lo que es la muñeca de un brazo de persona normal, sin gym. Dos a seis hojas de hasta 30 cm de largo por 8 cm de ancho coronan cada pseudobulbo. En sus axilas se encuantran las yemas que pueden formar varas y flores. Como las hojas persisten muchos años, una planta adulta, de varios bulbos con todas sus hojas, es una planta grande – o incluso bastante grande. Si a esto añadimos que las varas pueden llegar a medir 75 cm de largo, el aspecto de una planta de estas dimensionen en plena floración es espectacular.
Dendrobium speciosum, o como algunos autores prefieren llamarla, Thelychitum speciosus, es una especie muy variable que crece en un territorio muy extenso. Se distinguen nueve subespecies repartidas por toda la región oriental australiana, desde el Cann River (Victoria) en el sur con D. speciosum var. speciosum, hasta Cairns (Queensland) en el norte tropical de Australia, en donde crecen las variedades pedunculatum y boreale. Escribo ‘var.’ de ‘variedad’, aunque algunos autores dan el rango de subespecie o incluso otorgan el rango de especie a cada una de ellas.
Crece desde cerca de la costa hasta por encima de los 1000m de altura; es predominantemente litófita, en menor grado coloniza grandes árboles como epífita. Creciendo en un rango tan amplio, se adapta bien a temperaturas y precipitaciones. Es una planta muy fuerte y poco propensa a plagas, que en un clima mediterráneo debería crecer a sus anchas. Debería.
continuará …
¿Dónde estáis ahora, los cantantes, los filósofos, los autores?
¿Dónde estáis ahora, las cantantes, las filósofas, las autoras?
La única cadena de tv que transmite algo es la sexta … pero les cuesta no poder mostrar ‘violencia’ : ‘vemos niños pequeños, familias enteras …’ y como no hay nada, cuentan cada contenedor que los manifestantes arrastran de un lado a otro. Eso si, los disparos al aire de los mossos, son sólo para ‘disuadir’. Todo normal disparar al aire …
Y luego se preguntan porqué la gente grita ‘¡prensa manipuladora!’.
Y ¡atención! ¡cargas policiales en directo!! No llegué a sacar foto a la pantalla del tv y ya había pasado ‘ la violencia’ …
Que las cosas pueden manejarse de forma bien distinta lo demuestra la Presidenta (Prime Minister) de Escocia, Nicola Sturgeon en esta nota de thenational.scot :
http://www.thenational.scot/news/16115133 (creo que también lo podréis encontrar en twitter).
Esta primavera llega con una promesa doble y dos zapatos blancos. Si todo sale bien y la etiqueta realmente dice lo que es, por primera vez veré florecer este pequeño Paphiopedilum de flores blancas.
Ya la hojas son todo un espectáculo. Oscuras y púrpuras por abajo, por arriba son teseladas con un intrincado dibujo de zonas claras alternando con parches y nervios de color verde oscuro. Todo recubierto por una capa dura y gruesa de células transparentes, cristalinas, que a la vez protegen de un exceso de luz pero dejan pasar la luz necesaria, brillantes en la luz directa con sus superficies rugosas. Hay muchos parecidos con las hojas de algunas Mesembrianthemum, y los cuerpos cristalinos de algunos Lithops, aunque las plantas de Paphiopedilum niveum prefieren la semisombra al sol y se resguardan al abrigo de arbustos y escarpes calcáreos en su hábitat natural, el archipiélago de las Islas Langkawi, frente a la costa occidental de Tailandia.
Todo es tan minúsculo, tan delicado, da un poco de yuyu manipular la planta, limpiarla de alguna algodonosa (que esas siempre encuentran la forma de llegar), un palito, un poco de jabón potásico, enjuagar después, y esperar que haya salido bien la operación.
El minúsculo pimpollo que está creciendo es todo menos blanco: peludo a más no poder y con muchas manchas rojas. Está claro que Paphiopedilum niveum no es una forma albina de zapato, sino un zapato predominantemente blanco. También hay una forma albina de este zapato blanco: en sus flores faltan los tonos morados y rojos incluso en el tallo y en la bráctea.
Poco a poco va ganando el blanco. Ya es mayor el sépalo superior – la ‘bandera’ – que el sinsépalo inferior. Se asoman también los dos sépalos laterales, muy anchos en esta especie, y también tienen pequeños puntos morados en su cara exterior. Todo cubierto de una fina vellosidad, pelos blancuzcos a transparentes y unos pocos, más cortos morados. Esto va prometiendo … el tamaño total del pimpollo es ahora de 25mm. ¡Pequeña zapatilla blanca!
continuará …
Λ
Roca volcánica, riscos, musgos, líquenes varios, tal vez Davallia, Allium y Muscari, alguna cerraja y un arbusto para acentuar la umbría, Aeonium y Monanthes, imprescindible: Arisarum vulgare – delatan las condiciones perfectas para la orquídea más común en Gran Canaria: Habenaria tridactylites, la orquídea verde de las canarias.
Η
No pudo elegir día más frío en lo que va este invierno para abrir su primer pimpollo.
A la mañana siguiente ha tenido un poco de sol, pero seguimos con frío. A los Zygos – y a este híbrido – el frío hasta los 10ºC no les hace daño, siempre que estén secos. Aun no huele. 68 x 59 mm de momento.
Al segundo día en un momento de sol. Ya empiezan a abrir otros dos pimpollos.
Ya hay tres flores abiertas, pero por el frío aun no hay olor.
Al cuarto día ya han abierto cinco flores.
Ya se siente un poco de olor, como a jacintos.
Ya están todas abiertas.
Este año van a ser dos varas. Y son de las rápidas.
De nuevo
se me queda pequeño mi blog
podría perfectamente escribir sobre orquídeas
si en los medios de comunicación
que me rodean
dieran las noticias.
Qué poco
nos importa egipto.
Sólo fue ayer que el mayor atentado del daesh
acabara con la vida de más de 305 personas.
Pero hoy
la noticia ya no está en portada
prensa manipuladora, esta vez por omisión.
En 1970 se registró un híbrido entre Oncidium sarcodes (hoy Gomeza sarcodes) y Rodriguezia secunda (hoy sinónimo de Rdza. lanceolata) que se llamó Rodricidium Primi (hoy Gomguezia Primi). Sería interesante ver una foto de este cruce entre una Gomesa de vistosas flores amarillas con manchas marrones, de vara larga y ramificada y la pequeña Rodriguezia, de flores pequeñas, fuertemente rosadas o rojas. No he encontrado ninguna foto en la red.
Rodriguezia es un pequeño género de epífitas especializadas en colonizar las ramas más finas. Junto a otras conocidas plantas de coleccionista como Ionopsis, Tolumnia, la espectacular Neocogniauxia de flores naranjas y otras pequeñas joyas, estas plantas ‘peinan el aire’ en busca de humedad. En inglés a todas estas plantas se las denomina genéricamente como “twig-epiphytes”. En cultivo necesitan tener las raíces secas poco después de cada riego. Algo que implica máxima ventilación al tiempo de ofrecer siempre una alta humedad ambiental y un sustrato tan drenante como lo es una fina rama con casi nada de musgo …
Dada la dificultad relativa a la hora de cultivar estas plantas, Gomguezia Primi posiblemente supusiera un avance hacía un cultivo más fácil. La verdad es que lo ignoro, pero el caso es que ya en 1976 se registró un cruce entre este híbrido con otro ‘twig-epiphyte’, con Leochilus oncidioides.
Leochilus es otro pequeño género de orquídeas epífitas de porte pequeño y inflorescencias de pocas flores dentro de la alianza de Oncidium. Leochilus oncidioides no parece el candidato perfecto para crear un cruce llamativo. No obstante, el resultado, Leomesezia Mini Primi, es una pequeña planta con flores amarillas y manchas marrones/rojizas, que sigue viva en los viveros especializados. Pasaría a primera vista por ser un pequeño Oncidium o una pequeña Gomesa. La delatan la forma de los sépalos, sobre todo que los sépalos inferiores estén fusionados hasta la mitad – como en Rodriguezia.
Poco ha quedado del color rojo intenso de Rdza. lanceolata.
Se ha impuesto el tamaño reducido de la planta con las inflorescencias cortas y arqueadas, las flores todas mirando a un lado. (Rdza. lanceolata es sinónimo de Rdza. secunda y ‘secunda’ significa precisamente eso: la orientación uniforme de la flores en la vara.)
El color amarillo le viene de Gomesa, la plantabuela.
Leomesezia Mini Primi fue registrado por Howe bajo el nombre de Howeara. Más tarde, el notogénero Howeara cambiaría a Leomesezia.
¿Ya se han perdido?!
Howeara (Leomesezia) Mini Primi fue cruzada nuevamente con Rdza. lanceolata; la misma especie con la que había empezado todo 23 años antes. El nuevo híbrido floreció en 1993 y fue registrado como Howeara Lava Burst.
Este híbrido ha sido un éxito en el comercio de las orquídea en maceta; con el porte de un Oncidium compacto y pequeño, los pseudobulbos rígidos, unifoliados. Dos varas por bulbo son la regla, y las varas pueden tener una o dos ramificaciones cortas. Ahora sí, se vuelve a imponer el color de Rodriguezia: las flores, de 22mm x 16mm de envergadura, tienen un intenso color rojo frambuesa oscuro, con tonos y manchas anaranjadas en el labelo. La columna corta acaba con una capa blanca, contrastante.
62,5% de sangre lanceolata dan el color, la forma de la vara y la disposición de las flores. Leochilus oncidioides aumenta con otros 25% la sangre de los ‘twig-epiphytes’. Pero aun así parece que esta planta – si nos fiamos de los foros de cultivo de orquídeas – es de cultivo fácil.
Ya veremos.
Lo que no es nada fácil es sacarle una foto medianamente decente a estas flores. El color, ya de por si difícil para muchas cámaras, la textura algo rugosa pero brillante y la reducida dimensión de las flores que solo abren parcialmente dificultan sacar buenas imágenes. Aumentando la claridad al editar posibilita vistas espectaculares de unas flores que al natural no son así. Oscureciendo la imagen hasta llegar a la intensidad con la que el ojo humano ve el color de la flor, se desvanecen muchas de las sutiles manchas, naranja bajo rojo, que tiene el labelo.
Las flores, también hay que reconocerlo, son vistosas de cerca. Vistas desde una distancia media son bastante oscuras y unicolores. Sólo al acercarnos y al contemplar una única flor en vez de la vara entera, con bastante luz y el ángulo adecuado, de pronto aparecen las manchas subyacentes.
Quien surfée un poco por la red buscando esta planta verá que hay varios cultivares. En algunos las flores abren más, tienen más amarillo en el labelo y menos color frambuesa. Entre tantas resalta un cultivar de flores rosadas – no rojas – con un labelo salmonicolor y dibujos amarillos a modo de acuarela. Es la única de todas donde reconozco un poco el parentesco con Leochilus. En teoría, pues jamás he visto un Leochilus en vivo.
Λ